miércoles, junio 01, 2005

La ciudad perdida (Parte I)

La ciudad perdida (Parte I)

Había una ciudad en un país no muy lejano la cual estaba rodeada de altas cordilleras montañosas. Cada uno de sus habitantes buscaba un camino para salir de está ciudad perdida. La mayoría de ellos se aventuraban a buscar su camino, y la mayoría que se aventuraban se perdían por la cordillera y regresaban de nuevo a la ciudad perdida. Otros, elegían caminos muy atractivos, con baldosines de colores y aparentemente un camino muy sencillo de seguir. ¿Quienes de estos habitantes se iba a resistir la oportunidad de seguir estos caminos más atractivos?. Uno de ellos, un día contó su historia. Entro por la puerta tan bonitamente decorada y con suelo de baldosines de colores. Los habitantes de la ciudad perdida vieron como se alejaba por el camino y se alegraron por él. Al cabo de muchos años, volvió otra vez a la ciudad perdida. Todos le preguntaron que le sucedió. Contó que al principio el camino era fácil, sencillo, solamente había se seguir el camino de baldosines de colores. Pero tras unos años de andar, el camino se empezó a inclinar, y dada vez que avanza, se inclinaba cada vez más. Hasta que llego un punto en el cual, el camino casi se convertía una pared. El intento seguir, tenía mucha voluntad de seguir, pero, no podía, no podía escalar la pared en la cual se había convertido el camino. Viendo que no podía, por mucho empeño que mostraba, decidió volver. De nuevo, otro habitante, decidió de igual manera, seguir por este camino. De nuevo, al camino fue fácil, luego según avanzaba se encontró que le camino se hacia cada vez más inclinado. Pero, este, al final, consiguió superarla. Sigo caminando por el camino de baldosines de colores hasta llegar a un bosque oscuro y tenebroso. Una vez allí, a la entrada del bosque, se armo de valor y entro. A cada noche que pasa en bosque le asaltaban en los bordes del camino lobos y osos. El veía en la oscuridad sus ojos hambrientos y sus rugientes aullidos le llegaban hasta el corazón. A cada día, le resultaba más difícil caminar por el camino de baldosines por el miedo y temor que estaba creciendo en su interior. Hasta que un día, fue tanto su temor y miedo que le dejo paralizado en el camino, no podía dar ningún paso más. Y decid volver a la ciudad perdida. Sus habitantes casi no lo entendían como era posible que un camino tan bien adornado en su inicio y con baldosines de colores fuese tan difícil de recorrer. Se decían mutuamente, "sí solo hay que caminar y no salirse del camino trazado". Era normal estás afirmaciones, ya que desde la ciudad perdida no se veía el resto del camino de baldosines de colores.

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